Remembrando la entrega de la Bandera de la Paz al Dr. Oscar Arias
Premio nobel de la Paz
Costa Rica ha sido para mí, desde pequeña, un país muy especial.
Yo estudiaba en el instituto Luis Vives, en la capital de México, que había sido fundado para los hijos de los refugiados españoles, que llegaron a este país, después de la guerra civil española. Muchos políticos y diplomáticos en México, inscribieron allí a sus hijos, dado que el profesorado, no era común y corriente sino que era la elite de la cultura en España. Provenían de las diferentes Universidades españolas, y eran discípulos de Don Miguel de Unamuno, de ilustres personajes de la generación del 98 y glorias de las letras y ciencias de España que habían recibido asilo político en México.
En mi salón estudiaba, una espigada y bella niña, llamada Magda, hija del decano de los embajadores en México: Don Carlos Jinesta (q.e.p.d.)
Pronto nos hicimos amigas y me invitaba frecuentemente a comer a su casa en el elegante barrio de las Lomas de Chapultepec, en la capital de México. En esa casa me sentí siempre como una hija más.
Recuerdo que la primera vez que comí la deliciosa fruta tropical llamada mango, fue ahí y para mi fue una experiencia inolvidable.
También recuerdo con cariño, que terminábamos comiendo los clásicos “frijoles”, y me llamó mucho la atención que un día que estaba invitado el presidente de ese país, pidió “frijolitos” para terminar. Como en casa se comía comida española, me llamó mucho la atención que un presidente comiera “frijoles”, yo creía que solo era comida de pueblo. Pero me gustó salir de mi error.
Esa amistad entre Magda y yo, se fue fortaleciendo día a día, y hasta la fecha, nunca hemos tenido en nuestras reuniones mas que afecto, respeto y admiración, así como el entrañable cariño hacia todos los Jinesta, especialmente hacia el apuesto, guapo y exquisitamente refinado decano de los embajadores de México: Don Carlos Jinesta y al entrañable pueblo hermano de Costa Rica.
Pues bien, al cabo de los años de estar recorriendo buena parte del planeta entregando la Bandera de la Paz , a pueblos y gobiernos, líderes espirituales, instituciones culturales, museos, etc. Llegó el día de ir a San José, Costa Rica a entregársela, al Presidente Oscar Arias, Premio Novel de la Paz. Era un soleado día y al bajar de la escalerilla del avión, me sorprendió ver en la pista, una limousine negra. Seguí mi camino, y el chofer salió precipitado del auto, diciéndome: “Dra. Rodríguez, en nombre del Sr. Presidente, bienvenida a Costa Rica”.
La entrega estaba planeada para el siguiente día, en el Palacio de Gobierno, en plena intimidad. Era el último día de su mandato. Para un Presidente, este, debe ser un momento muy especial. Me encontré con un panorama algo desolador: ya habían retirado los cuadros de las paredes, y solo se veían las sombras que habían provocado durante varios años de estar colgados. Las alfombras estaban a medio enrollar, y el equipo del Sr. Presidente estaba allí, silencioso.
El Dr. Oscar Arias, me recibió con un gran abrazo y su expresión era como la de un niño, que se despedía de algo querido.
Nuestra charla sobre la Bandera de la Paz , su iniciador, el ilustre artista Nicholas Roerich, el Pacto Roerich y el mensaje de la Bandera de la Paz , aceptada por su país y por todos los países de America, fue nuestro tema principal.
Cuando le puse la Bandera en sus manos, con el símbolo sagrado de la trinidad, y con voz firme le dije: “¿Aceptas esta Bandera de la Paz en nombre de tu Pueblo, para hacerla respetar como símbolo de la Paz de toda la Humanidad ?”. Levantó los ojos con una gran emoción, y dijo: “Si, acepto”.
Ese humilde ser, era el Jefe del único País que no tiene ejercito en el Planeta.
Esa sencilla persona, había sido merecedora del premio Nobel de la Paz.
En su actitud nos estaba dando una gran lección: Mientras más grande es un ser, mas sencillo es.
Ese momento fue captado por un fotógrafo, en una imagen que recorrería el mundo entero. “Casualmente” era de la familia Jinesta y a el se debe el tener plasmado ese histórico momento.
“DONDE HAY CULTURA HAY PAZ, DONDE HAY PAZ, HAY CULTURA” N.R.
DRA. A.R.
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